3.3.2

3.3.2. REDES CRISTALINAS

Su formación se produce cuando los átomos se unen para formar un sólido, organizándose en patrones tridimensionales repetitivos. Este proceso es particularmente notable cuando los átomos se unen a través de enlaces iónicos, una de las fuerzas más fuertes en la naturaleza.

Los enlaces iónicos se forman cuando átomos de diferentes elementos se unen y uno de ellos cede electrones al otro. Esto genera iones, que son átomos cargados eléctricamente. Por ejemplo, consideremos el cloruro de sodio (NaCl). En este compuesto, el átomo de sodio (Na), un metal, cede un electrón al átomo de cloro (Cl), un no metal. Como resultado, el sodio forma un ion positivo (Na+) y el cloro forma un ion negativo (Cl-). Estos iones de carga opuesta se atraen entre sí y se organizan en una red cristalina tridimensional.

En esta disposición cristalina, los iones positivos (cationes) y los iones negativos (aniones) se alinean de manera ordenada dentro de un patrón tridimensional. Los cationes ocupan posiciones específicas en la red cristalina, mientras que los aniones llenan los espacios entre ellos. Esta organización precisa y repetitiva proporciona estabilidad al compuesto, ya que minimiza la energía del sistema y maximiza las interacciones atractivas entre los iones.

Estas influyen en una variedad de propiedades físicas del compuesto iónico. Por ejemplo, determina su dureza, resistencia mecánica y punto de fusión. Los compuestos iónicos suelen tener puntos de fusión y ebullición altos debido a las fuertes fuerzas de atracción entre los iones en la red cristalina. Además, la forma en que están dispuestos los iones en la red cristalina afecta su capacidad para conducir electricidad. Mientras que los compuestos iónicos sólidos no conducen electricidad, pueden disolverse en agua y producir iones libres que pueden llevar corriente eléctrica.